30 de abril de 2009

Crónica

Se canceló la última corrida de la Temporada Grande en la Plaza de Toros México.
Karina Moreno Rojas
  • Dos toros pertenecientes a la ganadería Barralva no cuentan con el registro debido.
Las puertas están cerradas, los barrotes rojos no permiten la entrada a aquellas personas despistadas que, ajenas a lo ocurrido el pasado jueves en torno a la corrida 22 de la Temporada Grande en la Monumental Plaza de Toros México, se acercan a la única taquilla abierta de la puerta uno para preguntar por qué no habrá espectáculo el día de hoy.
“¿Se canceló y por qué?”, pregunta uno, “no, que no sabe”, contesta el otro. El chico de la taquilla abierta está ahí sólo para vender boletos para el Monster Trucks que se llevará a cabo el próximo viernes 13 de marzo a las 8:30 p. m., pero de la corrida de toros no sabe nada.
El jueves cinco de marzo se informó por diversos medios de comunicación, que la última corrida de la Temporada Grande; donde participarían los matadores Federico Pizarro, Leopoldo Casasola y Guillermo Martínez; se suspendía debido a que el juez de plaza Miguel Ángel Cardona así lo dispuso al considerar que dos de los siete toros pertenecientes a la ganadería Barralva no cuentan con el registro debido ante la delegación Benito Juárez y la Asociación de Criadores de Toros de Lidia, además de estar demasiado flacos.
Como consecuencia, hoy la plaza luce solitaria, apenas si se ven algunas personas que usan los escalones de las entradas como asientos, u otros más que comen tacos de borrego en “El Paisa”, puesto de comida ubicado frente a la puerta dos entre las estatuas de dos toreros: uno con banderillas, el otro con oreja y rabo.
Frente a la taquilla principal, la uno, se pueden leer los horarios de atención al público para venta de boletos, desde las 9: 30 de la mañana hasta las 2 de la tarde y se reinician labores de 3:30 a 7 de la noche.
La imagen de la plaza es desoladora, vacía, con sus paredes y pilares sucios chorreados de tierra y mugre debido a las lluvias, con excremento de palomas sobre las más de 20 estatuas de toreros y toros alrededor de la plaza, el fierro oxidado, las taquillas rotas, con las cabinas de cobro por boleto sin mesa, luz o un asiento y con indicaciones despintadas.
El sol abrazador provoca que la piel de los brazos arda, la frente sude y los labios se resequen y exijan un necesario vaso de agua. Los intensos rayos me impiden, a momentos, leer las placas de homenajes a grandes toreros o en recuerdo a verdaderas proezas durante corridas como “la inmortal faena realizada el 3 de febrero del 2002 por Enrique Ponce”. También hay aquellas que reconocen la valentía y talento de Carlos Arruza y Manolo Martínez.
“Se prohíbe alimentos y bebidas, armas de fuego, armas blancas, cámaras fotográficas, cámaras de video, mochilas y bultos”, leo en letreros colocados en cada una de las entradas, excepto en la puerta seis que es de acceso a la prensa.
Hay algunos carteles sobre la corrida de toros cancelada, éstos están dispuestos de forma discreta e indistinta en varias de las paredes del recinto. Dichos carteles informan sobre el nombre de los matadores y los precios de tendido de sombra (60 pesos) y de sol (55 pesos). No es el caso con la publicidad a color del evento próximo: el Monster Trucks, del cual hay una manta gigantesca que puede ser observada por cualquier automovilista que maneje a una velocidad y distancia considerables.
Como si fueran soldados bien entrenados, las diversas estatuas de la fiesta taurina custodian el lugar e interpretan diversas faenas. Hay figuras que representan y conmemoran a grandes personajes de la fiesta brava, entre ellos: Carlos Arruza, Juan Belmont, Juan Silveti, Manuel Rodríguez “Manolete”, Eloy Cabazos, Rodolfo Gaona, Luis Procuna, Manuel Granero, Antonio Fuentes, Alfredo Justo, Eduardo Liceaga, etc.
La cancelación de la última corrida de la Temporada Grande no es sinónimo de recuperación del evento, es decir, no fue pospuesto para una fecha más adelante, simplemente se canceló y la temporada se vio obligada a terminar en 21 corridas y no 22 como estaba planeado.
Y mientras la Plaza de Toros México lucha por mantenerse como un lugar de recreación familiar y adrenalina, la amenaza de que se convierta en un museo o desaparezca es latente según precisó Ernesto, guardia del lugar, y añadió entre risas: “ya casi no viene gente, el gusto por los toros se está terminando, más que nada por eso quieren cerrar el lugar […] espero que no lo hagan, me quedo sin trabajo”.

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