31 de marzo de 2008

Guía para la publicación de libros de Datus C. Smith

¿CÓMO SABER QUE PUBLICAR?

En capítulo 4 del libro Guía para la publicación de libros de Datus C. Smith, se hace un detallado desglose de los aspectos a considerar para la adecuada elección de manuscritos por publicar sufriendo el menor gasto de tiempo y dinero. Esta labor corresponderá a la audacia del editor.
Como primer punto hay que reconocer que el manuscrito es la materia prima para todo editor, pues con él podrá realizar sus actividades con la pretensión de publicar escritos. Para esto es importante saber que los manuscritos no llegan siempre a las manos del editor, sino que tiene que ingeniárselas para obtenerlos.
El editor se puede apoyar en otras personas para la adquisición de escritos, por ejemplo: del personal que se encarga de captar manuscritos o sugerir temas posibles para la creación de éstos; los buscadores de textos que son personas ajenas a la empresa editorial y que se encargan de informar sobre avances acerca de temas específicos o de la necesidad de ciertos escritos inexistentes sobre algún tema en particular (algunos de éstos colaboradores pueden ser profesores de universidades).
Otro gancho pueden ser los premios y principalmente los otorgados por la casa editorial, estos tienen doble función: como estimulantes para la creación de más libros y como característica de calidad que motivan a la compra; de igual forma se podrá apoyar en agentes literarios, los cuales no trabajan para el editor sino para el autor, fungen como representantes de éste último ante las casa editoriales y se encarga de buscar algún editor que se interese por la publicación del texto otorgado por el autor.
Es de vital importancia mencionar que el editor tendrá que ser estricto y objetivo en la selección de manuscritos según los que la editorial podrá y querrá publicar. Éste es un proceso difícil, por lo que el editorialista se tiene que apoyar en otros departamentos como el de ventas para saber si es viable la publicación.
Para la elección correcta de los manuscritos a publicar, el editor debe ser audaz, pues tiene que ocupar el menor tiempo y gasto de dinero para dicha tarea de evaluación de escritos; sin embargo, si intenta ahorrarse este proceso puede tener perdidas mayores y graves al publicar un texto que debió haber sido rechazado y, que en consecuencia tiene mínimas o nulas ventas de recuperación.
Para dicha selección de textos existen motivos de inmediato rechazo: una es la temática de la empresa y otra la extensión del escrito según las políticas de la empresa editorial. Otro método no tan inmediato pero eficaz para el rechazo o aceptación de manuscritos es: la primera lectura (rápida o detenida y analizada) realizada ya sea por un grupo editorial (en empresas grandes), por el editor o por un consultor.
Éste último es “un especialista en la materia abordada por el manuscrito sujeto a consideración, o puede ser una autoridad en cuestiones de estilo literario…”[1], es ajeno a la editorial pero su costo no se compara con el de las pérdidas si un texto se publica y no debió haber sido así.
En la anterior lectura ni el editor mucho menos el consultor o grupo editorial, deben evaluar un libro por su calidad en contenido, sino por la temática, extensión y políticas de la casa editorial, así como las consideraciones hechas por el departamento de ventas y finanzas sobre su posible producción y posterior venta.
Otras dificultades a considerar para la publicación de un libro son: los pocos préstamos que se hacen a las casas editoriales, la carencia de capital, el poco personal para su realización o la falta de papel adecuado.
Existen también los proyectos grandes de elaboración por encargo, en donde la inteligencia y sensibilidad empresarial de los editores permitirá el éxito. Dentro de estos proyectos está la elaboración de series, textos escolares o libros de consulta. Todos éstos deberán coincidir con la temática de la editorial, la creatividad del editor (que muchas veces es quien sugiere los temas o motiva a los autores) y el aspecto económico, es decir, la facilidad financiera para respaldar dichas publicaciones.
Estos proyectos largos y riesgosos económicamente hablando para una empresa editorial, deben ser cuidadosamente supervisados y pensados por el editor, quien a final de cuentas es el responsable de dicho proyecto. Por lo que deberá ponerse de acuerdo con el departamento de ventas en una empresa grande, o en su defecto cuando la editorial es pequeña, tendrá que considerar los gastos e ingresos de la publicación, así como los tiempos de éstos (porque quizá llegue a necesitar préstamos de capital). De igual forma tendrá que prever quienes serán los consumidores y la cantidad de demanda que tendrán.
Finalmente, del prestigio y honestidad de un editor así como de su capacidad de improvisar y realizar con éxito buenas publicaciones, dependerá la formación de una personalidad e integridad de toda casa editorial, lo cual resulta ser el objetivo de la empresa. Por tanto, lo más relevante para la publicación de cualquier escrito será: el buen desempeño del editor y su adecuada relación con el departamento de ventas o en su defecto, una buena planeación de gastos e ingresos.

[1] SMITH Datus C. Jr., Guía para la publicación de libros, México, 1966, 1ª edición en español 1991, p. 58.
BIBLIOGRAFÍA:
SMITH Datus C. Jr., Guía para la publicación de libros, México, Edit: Asociación de Editores de Instituciones de Educación Superior de México y Universidad de Guadalajara, 1966, 1ª edición en español 1991, p. 54-68.

Guía para la publicación de libros de Datus C. Smith

LOS COSTOS E INGRESOS DE UNA EMPRESA EDITORIAL

En esta ocasión comenzaré por lo que considero la conclusión a la que llega el autor en el capítulo tres de su libro Guía para la publicación de libros: el éxito de un editor radica en tres aspectos, el primero es la lealtad y respeto de los creadores y lectores ante el trabajo editorialista[1], el segundo es el compromiso del editor con sus lectores, y el tercero la eficacia y eficiencia del editor como negociador y representante de la empresa a la que representa.
Para sustentar lo anterior, que propone hasta la última página del capítulo, el autor hace un desglose de los aspectos financieros dentro de toda editorial así como de la responsabilidad o ética editorialista. Para comenzar habla de los costos e ingresos y posteriormente hace referencia a los derechos subsidiarios no muy explotados en países en vías de desarrollo.
Dentro del rubro de los costos, Smith se refiere al pago del “autor, traductor, ilustrador, editor y al fabricante de papel, así como a otras personas relacionadas con la producción, lo mismo que a lo vendedores, publicistas y todos los que intervienen en su comercialización”[2].
Pues queda entendido que para toda ganancia es necesario invertir primero y la empresa editorial no es la excepción. Los costos deben ser cuidadosamente pensados y trabajados por todo editorialista responsable, por ello hay dos formas de contemplar y registrar los gastos: por etapas de producción y según la característica del costo.
En el primer caso, los costos se dividen en: costos de preparación editorial[3], costos de manufactura, que son los materiales para la impresión del libro así como el pago al impresor y, costos de comercialización y distribución, que se refiere propiamente a los publicistas, promotores y encargados de la distribución del libro.
Por otro lado, según el segundo método los costos pueden ser: costos automáticamente variables que se incrementan con el aumento en el tiraje (pagos de imprenta, almacenamiento, derechos de autor, etc.); costos no variables, es decir, que se mantendrán igual sin importar el tiraje (“preparación del editorial y composición de los originales”[4]); costos de promoción (publicidad) y costos generales (controlados por el editor y llamados costos fijos, pues nunca variarán y no tienen que ver directamente con la elaboración de alguna edición[5]).
Sobre éste último elemento es importante mencionar que no son alterables al menos en corto plazo y que los gastos son calculables del total anual de todos los libros, más no uno por uno. De igual forma este gasto varía según el país, según las condiciones de desarrollo y estabilidad económica.
Posteriormente se habla de los ingresos que toda casa editorial aspira tener, pues “recibe ingresos de libreros y de personas que compran el libro o los derechos para su utilización… como cualquier otro negocio, espera recibir más dinero del que invierte”[6].
Hay cuatro elementos que todo editor debe considerar para el cálculo de ingresos:
Precio al público: relación entre costo de producción y venta del libro a los lectores.
Cantidad de ejemplares vendidos
Descuentos a librerías y a otros clientes: descuentos a vendedores de libros, a mayoristas y a intermediarios.
Costos eventuales de comercialización: comisiones, deudas, gastos de envío, etc.
El ingenio y buen criterio de un editor se basa precisamente en la relación costos-ingresos, es decir, cuando se relacionan ambas circunstancias en la producción y venta de un libro, es por ello que con buena visión y capacidad analítica el “líder” en el proceso editorial debe determinar “cómo incrementar cantidades, reducir precios y a mismo tiempo obtener mayores ganancias… la clave principal para lograrlo es tener en cuenta que con el aumento de la cantidad de ejemplares pueden reducirse los costos por unidad”[7].
Cabe mencionar que aunque la clave es tener mayor cantidad de tiraje para disminuir los costos, no sucede de la misma forma en todos los países, ya que no cuentan con el mismo desarrollo en maquinaria y tecnología, además que el costo del papel es variable según el tipo y el lugar de venta.
Es muy importante que el editor comprenda la relevancia de los costos en cuanto a los ingresos, dicho de otra forma, “los ingresos tienen que ser calculados en función de la posible ganancia o pérdida de un libro”[8]. Ejemplo de ello puede ser el pago al autor, el cual se puede considerar de forma tentativa dentro de los costos de producción de un libro como ya se apuntó antes (en los costos de preparación editorial o automáticamente variables).
Ahora bien todo editor calcula el “punto de recuperación del dinero invertido, es decir, la cantidad de ejemplares que es necesario vender para recuperar los costos de producción”[9], y así, determinar los tirajes y precios de un libro. Sin embargo, esto resulta útil sólo en tanto cálculos proximales, pues no es posible calcular con exactitud los gastos generales fijos.
La manera en que se obtiene el punto de recuperación del dinero invertido es: “calcula el margen por ejemplar que, tras el pago de otros gastos, será destinado para cubrir los costos de producción. Los costos totales de producción se dividen entre la cifra correspondiente a este margen; el número resultante representa la cantidad de ejemplares que necesitan ser vendidos para recuperar la inversión”[10].
Finalmente el autor habla de derechos subsidiarios que son otro tipo de ingresos que se pueden obtener de un libro, estos incluyen permisos a otras casas editoriales para reimpresiones, concesiones de derechos de traducción, autorización sobre el uso de fragmentos de antologías o libros seleccionados y que resultan de interés para proyectos de otros autores y/o editoriales, permiso para presentar la obra en cine, teatro, video, televisión, etc.
No esta de más decir, que los derechos subsidiarios a pesar de ser una fuente de ingresos atractiva y quizá jugosa para toda empresa editorial, los países menos desarrollados como los ubicados en Asia, África y América Latina no la explotan; sólo Estados Unidos y Europa contemplan los derechos subsidiarios en su planeación de costos e ingresos.
Por último, las problemáticas más importantes y desgastantes para los editores son: la falta de capital para invertir, por lo que se tienen que dar los libros más caros, hay menos venta como consecuencia y no se puede aprovechar la ventaje de tener mayor tiraje= menos costos, todo lo contrario hay menos tiraje para no arriesgar en imprimir ejemplares que quizá no se vendan además de nula posibilidad de implementar promociones o descuentos atractivos.
Aunque los peligros y problemáticas son muchas y la responsabilidad pese, el editor nunca debe olvidar la parte central de su labor: la consideración de realizar un libro en función de las necesidades del país a través de las demandas de sus lectores. No debe limitarse a un pensamiento de negociante o empresario, debe ir más allá y basarse en una ética profesional.

BIBLIOGRAFÍA:
SMITH Datus C. Jr., Guía para la publicación de libros, México, Edit: Asociación de Editores de Instituciones de Educación Superior de México y Universidad de Guadalajara, 1966, 1ª edición en español 1991, p. 35-53.

[1] “…debido a que conjugan sus propios intereses (los del autor) con las necesidades del público”, SMITH Datus C. Jr., Guía para la publicación de libros, México, Edit: Asociación de Editores de Instituciones de Educación Superior de México y Universidad de Guadalajara, 1966, 1ª edición en español 1991, p. 53.
[2] Ibid., p. 35.
[3] Abarca el pago al autor, traductor, diseñador, correcto de estilo y demás personas involucradas directamente con la presentación de la obra y respecto a su contenido, Ibid., p. 36
[4] Ibid., p. 37.
[5] “… administración, contabilidad, impuestos, renta, intereses sobre préstamos, etc.” Ibid.
[6] SMITH Datus C. Jr., OP. CIT., p. 35.
[7] Ibid., p. 40.
[8] Ibid., p. 43.
[9] Ibid., p. 47.
[10] SMITH Datus C. Jr., OP. CIT., p. 47.