29 de julio de 2008

Nota informativa

La bebida del futuro
Por Karina Moreno Rojas

El poco consumo del pulque, consecuencia del racismo mexicano.
⊙ “Es una bebida inofensiva y con grandes beneficios al ser humano”: Mario Ramírez.

México (Aunam) 3/07/00. Mario Ramírez Rancaño, especialista del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), declaró “el racismo y el clasismo fueron muy lacerantes” contra el pulque. Es decir, que “la leyenda negra” como él le llamó, fue la que afectó el consumo del pulque en México durante la Segunda Guerra Mundial.
El también profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, se presentó en la Casa de las Humanidades en Coyoacán con motivo de la última sesión del ciclo de conferencias Temas actuales de la sociedad mexicana.
Durante su ponencia titulada El pulque: bebida típica del mexicano, Ramírez Rancaño aseguró que “la bebida por excelencia de los mexicanos” ha sido y será el pulque, pues siempre ha estado en su dieta. Para 1892, en el país, el 94 por ciento de los habitantes consumían esta bebida de maguey sin importar la edad. Esto cambiaría en 1945 bajando hasta un 48 por ciento.
Los alimentos habituales del mexicano fueron frijol, chile, tortilla y pulque, teniendo el último, mayor consumo con la aparición del ferrocarril, ya que con él se logró el traslado y venta de la bebida a diversas partes del territorio, convirtiéndose así “en una bebida de consumo generalizado”.
Según Daniel Cosío Villegas el salario mínimo del mexicano en los años del porfiriato era de 30 pesos. Estos los distribuía: ‘cinco para la vivienda, cinco más para el maíz, frijol y chile en conjunto, 3.5 para la carne, cuatro para la ropa y cinco más para el pulque’, precisó el autor de Ignacio Torres Adalid y la industria pulquera (2000).
Por tanto, a partir de datos oficiales ofrecidos por diputados de la época, el Doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, planteó que al año cada persona consumía 194 litros de pulque frente a 94 de cerveza. De igual forma, el 17 por ciento de viviendas en el país eran pulquerías, es decir, más de 360; y sólo 41 eran panaderías.
Con lo anterior, se presenta a los mexicanos como una sociedad llena de contrariedades, “un pueblo muy distorsionado que no tenía solución”, en donde era posible consumir mayor cantidad de alcohol que de alimentos básicos.
Esto como consecuencia del racismo que surge a finales del siglo XIX que consistió en una ideología de “blanquiarse”. Fue estereotipado el tipo blanco, educado e inteligente y de procedencia europea de preferencia. “Se tenía que beber vino y comer pan” para dejar de lado la alimentación con tortilla y pulque que quitaba belleza y conocimientos a la población.
Los principales impulsores de la campaña contra el pulque fueron la prensa católica, algunos diputados federales y dos periódicos de la época porfirista de corte oficialista: El País y El Imparcial, creando el último, un espacio llamado Tragedias de pulquería en donde se hacían crónicas y notas sobre asesinatos, robos, entre otros aspectos negativos que denigraran el consumo de la bebida.
“Pintan un pueblo que era de lo peor: nacos, analfabetas, borrachos y sin salvación”, externó el expositor y agregó “a esto se le conoce como la leyenda negra” que es la satanización del pulque como una bebida de pobres y jodidos y reconoció que es precisamente por esa razón que “no bebo pulque, me resisto… a mí me cuesta porque yo crecí con esa idea”.
Mencionó que los pretextos utilizados por quienes deseaban el abandono al consumo del pulque fueron la falta de sanidad y limpieza en la preparación del líquido y la pronta putrefacción. Para el tiempo del porfiriato en que se deseaba envasar la bebida para comercializarla, el pulque se extraía “por aspiración bucal… aspecto que se pudo solucionar con el uso de bombas, el problema se estaba resolviendo”.
Sin embargo, el verdadero conflicto fue la putrefacción que comenzaba después de 15 días de preparación de la bebida, por lo que las botellas explotaban, “por desgracia no encontraron la solución”, comentó Ramírez Rancaño.
Así, para que el abandono del consumo del pulque fuera efectivo, el gobierno de Porfirio Díaz promovió campañas propagandísticas resaltando la falta de limpieza en el proceso de preparación, la escasez de nutrientes y la necesidad de cambiar la mirada hacia el estereotipo europeo. Pronto, los productores de cerveza aprovecharían esto y el producto sustituiría a la bebida mexicana de maguey.
No se tomó en cuenta las grandes aportaciones nutrimentales que el pulque posee ni los altos beneficios que ofrece a la sociedad en general. “El mexicano gozaba de perfecta salud y de una resistencia bárbara”, sostuvo el ponente y recordó que los habitantes del país no sufrieron de insomnio, infertilidad ni problemas gástricos, además de estar hidratados mejor permitiéndoles sobrevivir por más días según observaciones hechas por Humboldt durante su estancia en América.
El investigador indicó “esa alimentación satanizada funcionó y muy bien”. Aunado a lo anterior, el maguey pulquero es materia prima para la elaboración de vinagre, alcohol, ixtle (henequén) papel, azúcar (extraída del agua miel), miel, agaván que cura algunas enfermedades del hígado, riñón y uretra, como desinfectante en heridas y con la elaboración del pulque para el tratamiento de algunos padecimientos como la viruela, los cólicos, la tuberculosis, la diabetes, entre otros.
El pulque “es una bebida inofensiva y con grandes beneficios al ser humano”, informó el autor del Patriarca Pérez. La Iglesia Católica Apostólica Mexicana (2006) y aclaró que el 88 por ciento de la bebida es agua, sólo posee cuatro grados de alcohol y todo lo demás son minerales.
Además, también contiene enzimas, levaduras, bacterias benéficas para el organismo, aminoácidos y vitaminas B y C en diferentes proporciones. Todo ello mezclado con los nutrientes del maíz permiten una alimentación basta y balanceada que en tiempos pasados ayudaron a que los indios sobrevivieran y resistieran trabajos arduos.Mario Ramírez Rancaño, exhortó a la protección de proceso del pulque, pues hay países interesados en la bebida para comercializarla. De igual forma, insistió en que la leyenda negra ya no existe, que el pulque tiene futuro siendo una gran aportación al mundo y la humanidad, “me parece que es el momento adecuado para recuperar esta bebida… que durante tanto tiempo se vio afectada por el racismo y el clasismo que fueron muy lacerantes… quizá la cerveza aprovechó el camino pero no fue la causante”.