Por Karina Moreno Rojas
México (Aunam). Es crítico e investigador, tiene tendencia por la reflexión y la búsqueda de respuestas. Le gustan las películas de los 80 como El amor es como un perro infernal y De paseo a la muerte y disfruta mucho de la vida urbana de México, principalmente la del Distrito Federal.
Miguel Armando López Leyva nunca ha tenido un político a quien admirar, pero considera que el peor de todos en tiempos recientes es Roberto Madrazo “y ese lo desecho fácil, ese para mí sería el peor… por mentiroso, traidor, embustero… por muchas cosas”, aseguró el investigador en exclusiva para Aunam.
Estudió en la Facultad de Ciencias políticas y Sociales de la UNAM y actualmente se desempeña como investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) y tutor en la maestría en Políticas Públicas Comparadas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en México (Flacso-México), misma que le otorgó el grado de doctor.
Su más reciente libro se titula La Encrucijada: entre la protesta social y la participación electoral (1988), nombre que se desprende precisamente de la tesis central que maneja el autor “pensé que lo que enfrentaban realmente las organizaciones era una encrucijada, es decir, están en un punto en el cual se encuentran cuando menos con dos caminos… que son la participación electoral y la protesta social. De ahí viene el título, en realidad refleja la idea del dilema y la idea de que hay disyuntivas que enfrentan los grupos sociales cuando intentan actuar políticamente”.
La investigación se deriva del interés personal de López Leyva, quién venía trabajando con reformas electorales y procesos de transición política, especialmente a la democracia, en México. Según estudios realizados por él anteriormente, “la visión que se tenía de los procesos políticos es que estaban marcados a las élites políticas, es decir, las negociaciones realmente se realizan a nivel de ciertos grupos” excluyendo a la parte social.
“Entonces de ahí vino mi interés por empezar a ver desde un punto de vista de la teoría de la democracia, qué tanta influencia podían tener los grupos sociales, llámese de sociedad civil, movimientos sociales u organizaciones sociales, en estos procesos de democratización… qué representó para esa parte de la izquierda que estuvo alejada de las elecciones durante mucho tiempo”, explicó el autor.
El libro es una cronología histórica relacionada con un primer capítulo de teoría política, que ofrece en conjunto, la razón por la cual durante las elecciones presidenciales de 1988 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrentó una verdadera oposición representada por Cuáuhtemoc Cárdenas y, cómo es que esa razón, que son las organizaciones sociales, decidieron participar en dicha contienda política en contra del PRI.
--- sino hubiera habido convencimiento real de las organizaciones en la candidatura de Cárdenas muy difícilmente hubiera tenido el éxito que obtuvo. Cuando digo convencimiento me refiero de un convencimiento programático, es decir, mi programa como organización social se ajusta a lo que está planteando este candidato, las convicciones, los principios, etcétera. Es importante mencionar otra parte del conocimiento programático que es el pragmatismo. Esto significa que las organizaciones estaban menos convencidas de otros grupos, pero que necesariamente ante cierta disyuntiva y ante la necesidad de tener algún impacto público político entonces aceptan aliarse con Cárdenas…
--- Aunado a los movimientos sociales siempre están las demandas para una mejor vida o vida digna (vivienda, servicios, salud, tierra, educación…) además de derechos civiles y políticos ligados a la democracia. Para usted ¿Qué significa democracia?
--- Para mí es y sigue siendo un régimen, es decir, un conjunto de reglas que procesan el acceso al poder de manera transparente y equitativa. Democracia es igualdad política y ésta siempre se remite al voto, que es una ficción, pero que funciona tanto, que todos pueden votar en teoría de manera igual y sin condicionamientos.
El investigador del IIS de la UNAM, al hablar de democracia en México, especificó que piensa que ésta existe en el país, no así el pleno respeto y apego a las leyes, pues hay muchos espacios de informalidad e ilegalidad que dificultan pensar en un estado de derecho, ejemplo de ello “el caso Mouriño y la parte judicial que es un terreno pantanoso”.
En su libro se maneja la idea que el grupo cardenista debió gran parte de su fuerza y éxito al discurso político encargado de recalcar los errores económicos priístas, sobre todo la crisis de 1982; así mismo se apoyó en el nacionalismo revolucionario que está fuertemente vinculado con la identidad.
Al respecto, el doctor López Leyva comentó que el nacionalismo revolucionario es cuando el Estado “tiene que intervenir en la economía y tiene que atender las necesidades sociales”, aspecto que el PRI fue descuidando al paso de los años dando prioridad a la agenda económica (en términos de intereses particulares), con lo que perdió credibilidad y legitimidad tras cada sexenio.
Esto es importante con relación a la identidad que Cárdenas formó entorno suyo gracias a la mala imagen que el PRI ya tenía. Debido a que el candidato izquierdista no podía explotar su credibilidad política, pues salió de las filas del PRI para crear su propio partido y ser oposición, buscó una segunda arma y “dada la coyuntura, su propio carácter, su propia historia y sus propias ideas, se montó en el rescate de la revolución… era establecer una diferencia entre el cambio, el viraje en el modelo económico y lo que había sido el gobierno”.
“Se le puso relativamente fácil crearse una identidad con un tema que estaba siendo muy delicado para la gente, por sus condiciones de vida y rumbo del país, entonces la vinculación práctica era: mis condiciones de vida están en detrimento, por la crisis del 82 y la caída de la bolsa de valores en el 87, y esto se debe al modelo económico”, especificó el doctor en Ciencias Sociales.
Cárdenas logró un éxito relativo, pues se colocó la estrellita en la frente como primer opositor de relevancia para el PRI, muy a pesar de la campaña mediática, que como era de esperarse apoyó incondicionalmente la historia oficial de los hechos, la que el gobierno y partido en turno ofrecían en ruedas de prensa.
El papel de los medios fue “de ataque y descalificación hacia Cuaúhtemoc Cárdenas, las excepciones más notables fueron tres: La Jornada que era pro cardenista, Proceso y una excepción que me pareció rara pero significativa El Universal, que si bien no era pro cardenista tampoco era anticardenista. Pero la televisión fue terrible”, un medio inaccesible para alguien que contaba con pocos recursos económicos como era el candidato opositor, aunque si hubiera tenido dinero para pagar la propaganda, de seguro no la hubieran aceptado porque “los medios estaban a favor del PRI y eso es claro”. De lo contrario, el cuarto poder hubiera sufrido las consecuencias de un irritable sistema de poder priísta.
--- Ha habido ya dos grandes fraudes electorales= 1988 y 2006 ¿Por qué cree que le está pasando esto a la izquierda mexicana?
--- Primero, yo no creo que haya habido un fraude electoral en el 2006, ahí puede haber una disputa. Si es disputable que en 88 hubo fraude y que efectivamente Cárdenas ganó, a mí me parece doblemente disputable que en el 2006 lo haya habido, por muchas razones…como el carácter de Andrés Manuel López Obrador, la manera en que procesa sus diferencias, es un personaje de conflicto social.
“Otra razón fue el debate de los intelectuales y académicos, en 88 la mayoría de ellos de izquierda aseguró que si no había ganado Cárdenas por lo menos había pasado algo raro; pero en 2006 hubo tanto grupos que dicen que hubo fraude y apoyan a López Obrador como grupos casi del mismo tamaño y de la misma magnitud que te dicen que es difícil que haya fraude”.
“Mas bien me parece una disputa hasta cierto punto natural, de una diferencia tan cerrada cuando hay una polarización política tan abierta y una torpeza terrible del presidente Vicente Fox, todo se confabula y entonces el discurso del fraude puede tener mucho eco. Además, Obrador no esperaba perder… y ante un resultado que no se esperaba, su reacción acorde a su historia política y su forma de actuar fue: ‘nos están haciendo algo, hay una conflagración, un complot’”, precisó López Leyva.
Al respecto, el investigador universitario consideró relevante el grado de conflicto y preocupación que marcaron las dos elecciones, la de 1988 como primera oposición importante al PRI y 2006 como segunda oposición al mismo partido. Aunque fue ésta última la que le preocupó más, porque “en 1988 como quiera había más cautela de todos, incluso del PRI… y la misma personalidad de Cárdenas lo llevó a ser cauteloso a pesar de lo conflictivo y difícil que fue la situación; en cambio en el 2006 la manera de manejar el conflicto el PRD y particularmente López Obrador fue como para sabotear las cosas y ejemplos podemos ver varios, desde el informe de gobierno de Fox hasta la toma de posesión de Calderón”, ahí trascendió el conflicto, pues todos en el país estaban a la expectativa de qué pasaría.
--- En el texto menciona que un factor importante en campaña es el discurso político. A su consideración ¿Quién tuvo un mejor discurso político durante las elecciones del 2006: Calderón Hinojosa o López Obrador?
--- La verdad, yo creo que ninguno. Calderón empezó haciendo un discurso muy para panistas: ‘para que vivamos mejor’ y, después cambió a un discurso frontal contra López Obrador con un discurso de diferenciación… quién soy yo y quién es él, miren yo soy mejor que él no porque mis valores sean mejores en sí mismos, sino porque los de él son peores de los que yo tengo, era como el discurso del mal menor.
Y en el caso de López Obrador fue un discurso de un talante fuertemente populista, mismo que no está peleado con la democracia pero sí tiene varios rasgos vinculados más al autoritarismo que a la democracia en sí misma, además excluye.
“Entraron en discurso de guerra. Cuando dicen ‘hubo guerra negra contra López Obrador’, no olvidemos quienes son responsables en esa batalla, no es quien la inicia, es quien participa en ella”, explicó. E incluso, aseguró que bajo las características del discurso de cada candidato del 2006, prefería a Madrazo, pues “parecía el moderado de la disputa, uno podía decir, híjole que lástima que sea Madrazo porque la verdad es quien dice cosas más o menos razonables, pero cuando uno recuerda quien es él y de donde viene, es cuando se nos olvida” pensar tan positivo.
Bajo la identificación que se ha hecho de los partidos a un grupo determinado de pensamiento e ideales como de derecha, izquierda o centro, López Leyva afirmó que él se inclinaría por la izquierda pero no la “semi” existente en México liderada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y en especial por López Obrador.
Se pronunció a favor del reconocimiento de derechas e izquierdas de forma teórica. “Creo que funciona todavía para nombrar cosas, grupos, partidos, políticos. Lo que pasa es que ahora están más desfasados y es más difícil entender quién es de derecha e izquierda”, ya que los extremos de identificación resultan poco confiables: se dice que el Partido Acción Nacional (PAN) es de derecha y se le vincula a “valores culturales a veces retrógradas o a las partes de las políticas económicas neoliberales y, nos vamos a la izquierda por una supuesta preocupación social de apoyo a los pobres y ciertas políticas que les llaman populistas…”.
Sin embargo, las características anteriores que diferencian al PAN-derecha de PRD-izquierda son falsas, declaró el investigador, pues en la práctica no se cumplen. “López Obrador es un conservador y ser un conservador de izquierda es una contradicción; por su parte con Fox, claramente tildado de derecha y casi mocho, se puso una política de género transversal en su sexenio”, aspecto que sorprendió dentro de las filas panistas-derechistas.
--- En algún momento del libro se habla de autoritarismo, ¿cree que el PRI era autoritario?
--- Claro y yo pienso que lo sigue siendo, a pesar de que el contexto cambió y estamos en otras circunstancias muy diferentes, yo tengo claro que el PRI no ha dejado de serlo en sus prácticas… yo pienso que lo era porque era PRI y era parte de un régimen.
--- ¿y el gobierno panista actual?
--- En su origen no… para bien o para mal, en su origen ganó en las urnas y ya…pero ¿Qué significa autoritario? A veces parece que es tomar decisiones… yo mas bien creo que está amarrado por las circunstancias y, convencidos o no, tienen que negociar.
Lo anterior está muy relacionado al concepto de poder, “la posibilidad de actuar y tomar ciertas decisiones aún en contra de la resistencia de otros actores, lo cual no significa que todo poder sea legítimo”, mencionó el investigador. Para él, cuando hay un exceso en el poder se forman gobiernos intransigentes y autoritarios, que nada tiene que ver con la postura panista actual.