21 de septiembre de 2008

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INTERESES Y FUNCIONES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA POLÍTICA
Por Karina Moreno Rojas

En el texto Medios de comunicación y sistemas informativos en México la autora, Karin Bohmann, plantea que hay ciertos intereses y funciones del Estado y los medios de comunicación que se desarrollan como parte del sistema y del devenir histórico y social, para la producción y reproducción de la vida del país, de México.
Para empezar hace una breve remembranza respecto a la legitimación del poder en México y la importancia de los indicios nacionalistas, como los discursos políticos alabando a un pasado revolucionario y vinculándose con él, así como de honores a los grandes “héroes” revolucionarios e independentistas, justamente, un tema muy actual con motivo de las fiestas patrias de este 15 de septiembre y las próximas festividades de la Independencia y la Revolución con bicentenario y centenario respectivamente, aspectos que han traído a colación una gran cantidad de problemáticas y molestias entre gobierno federal y estatales.
La legitimación en México está ligada a la Revolución por el idealismo de liberación del yugo dictatorial (lucha en contra de un régimen negativo). Este pensamiento nacionalista unificador en un Estado-nación se da a conocer a través de la educación escolar, donde se imparte la historia oficialista. A lo anterior, se debe reconocer el sistema patriarcal al que los mexicanos estamos acostumbrados: el Presidente es cabeza guía, brazos de cuidado paternalista que establecen para dónde ir y cómo dirigirnos.
Es entonces cuando la autora, basada en la teoría de Evers acerca de que no es relevante alcanzar un cierto nivel sino iniciarlo o continuarlo en forma de proceso, explica una contradicción existente en el país y reflejada a través de circunstancias especiales en los medios de comunicación.
La contradicción se refiere al seguimiento de estructuras heterogéneas que lo único que ofrecen son mejoras lentas o parciales e incluso nulas, mismas que se tendrán que aparentar. Sólo son posibles las mejoras siendo dependientes de formas de gobierno externas.
Explicado desde el ámbito comunicativo, la contradicción se encuentra cuando el Estado se percata de que la televisión promueve formas de vida y educación enajenantes y anticultural junto con un analfabetismo secundario; sin embargo, promueve la existencia de la televisión al mismo tiempo que la trata de minimizar o contrarrestar con medios alternativos como historietas.
Por otra parte, un ejemplo más de la contradicción es cuando se considera que el Estado le da más cantidad de dinero y apoyos de todo tipo (facilidades de financiamiento, concesiones, etc.) a la televisión, misma que ya reconoció como poco benéfica para la sociedad, que a la radio comunitaria o de hablas indígenas.
Posteriormente, se nos habla de un fenómeno que no puede pasar desapercibido en consideración de las relaciones, contradictorias como ya se explicó, de la televisión y el Estado. Dicho fenómeno es el “estira y afloje” de ambos polos, caracterizado por favores, apoyos monetarios o de publicidad y propiedad, amenazas, censuras, castigos, reproches, ayudas, etcétera.
Es decir, la posibilidad de influencia del Estado sobre los medios a través de leyes o presiones varias y, la influencia de los medios en política poniendo en peligro el poder del Estado y transformándose en el guía, en el centro que decide y manda. Justo a todo lo antes dicho, es que se dan las principales polémicas políticas-económicas-comunicativas entre los medios de comunicación, a través de sus diferentes representantes, y los gobiernos mexicanos.
Y como respuesta de porqué las contradicciones existen, la autora ofrece explicación: “las empresas privadas nacionales de comunicación importantes, procuran la imposición de los intereses trasnacionales en el marco económico nacional, sobre todo si ellas lucran con esto. En el caso de México, en principio el Estado no se opone a ello (porque) aparece también como empresario y posee diversos medios de comunicación masiva que de hecho también están sujetas a las dependencias mencionadas […] el Estado no puede impedir su realización”[1].
El segundo tema que toca la autora es sobre la función de los medios en el proceso de producción y reproducción social. Al respecto menciona que los medios tiene dos principios: lucrar y la orientación política y cultural del público.
Por lo anterior, hace una distinción entre los medios privados, que son los que efectivamente preponderan el aspecto económico (ganancias) por encima del ideológico y político. Contrariamente, el Estado hace que los medios conocidos como públicos, porque son de su posesión y manejo, tengan como primordial el aspecto político e ideológico, manifestándose como simples mediadores y propagandistas de las intenciones del Estado, quien relega el factor económico, incluso lo absorbe dándole total subsistencia (caso de El Imparcial con Porfirio Díaz y El Nacional más tarde).
A continuación, Bohmann enlista formas básicas de influencia del Estado sobre los medios de comunicación, estas formas son tres: a través de la propiedad (dándoles monopolios en zonas grandes); el financiamiento (en un principio con el papel y PIPSA, después con la publicidad, concesiones, etc.); y el control sobre la información (por medio de agencias de noticias oficiales, oficinas de prensa y comunicación, chayotes, determinación de fuentes oficiales, etc.).
Vale mencionar las funciones centrales de los medios de comunicación: “imponer y mantener las relaciones de reproducción mercantil dependiente; y la contribución a la creación de un consenso […] mediante la supresión o desinformación directa de la información”[2].
Este consenso, que se refiere a la solidaridad de México para con los países Latinoamericanos porque luchan por el derecho y la autodeterminación de los pueblos, se transmite a la audiencia atenta de los medios a través de tres formas de discurso: el noticioso, el publicitario y el cultural.
El primero se refiere a la manipulación o tratamiento de la información de manera que el mensaje transmita las ideas necesarias y deseadas; después el discurso publicitario refuerza siendo medio ilustrativo del discurso noticioso y, el cultural, es aquel que predispone el nacionalismo folklórico muy necesario por el Estado para su legitimación.
A su vez, estos discursos, principalmente el noticioso, se atienen a ciertas reglas establecidas por el Estado: la aceptación de la oposición al régimen siempre y cuando no haga peligrar a éste; apego a las fuentes oficiales y mayor espacio e importancia a los asuntos del gobierno; unificación del medio y la audiencia (para legitimación de éste primero como fuente confiable); consenso en las ideas vendidas sobre pertenecer a una sociedad abierta, mientras al mismo tiempo, recibe mensajes sobre valores sociales y morales a través de las telenovelas.
Por tanto, se reconocen a los medios de comunicación y al Estado como entes de poder interrelacionados que se necesitan uno al otro, pues se han compenetrado lo suficiente como para determinar su subsistencia y la calidad de ésta.



BIBLIOGRAFÍA:
BOHMANN Karin, Medios de comunicación y sistemas informativos en México, Edit: Alianza Editorial Mexicana y CONACULTA, México, 1986, p. 240-257.

[1] BOHMANN Karin, Medios de comunicación y sistemas informativos en México, p. 249.
[2] BOHMANN Karin, OP. CIT., p. 252.

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