21 de septiembre de 2008

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DINASTÍA AZCÁRRAGA
Por Karina Moreno Rojas

Televisa (Televisión Vía Satélite) es uno de los poderíos más grandes en cuanto a gigantes de comunicación se refiere. La dinastía Azcárraga se ha encargado de darle la fuerza, el poder, el dinero y la fama con la que cuenta en nuestros días.
Una ideología ambiciosa a provocado en las mentes de los Azcárraga ganas de seguir adelante, de negociar (nunca apostar y arriesgar sin nada seguro), de perdurar y mantenerse. La historia inicia con Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien busca suerte en el Distrito Federal, ahí comienza vendiendo zapatos y ahorrando con eso con la intención de proyectos más grandes y complicados.
La venta de zapatos le daría lo suficiente para mantenerse y sostener sus estudios y los sueños de progreso, mismos que se hicieron realidad, comenzaron a tener forma al adquirir su primera estación de radio. Más tarde conseguiría para México la concesión de RCA con la estación La voz de su amo, en ese mismo tiempo fundaría la XEW conocida como La voz de América Latina.
En 1952, Azcárraga II crea el primer estudio de televisión con Canal 2, se crea Telesistema Mexicano con Canal 4 y 5 de diferentes propietarios para entonces. Los termina adquiriendo todos Azcárraga e incluso se une con Televisión Independiente Mexicana con la cual forma Televisión Vía Satélite, es decir, Televisa.
Los buenos años llegan, Televisa se extiende a radio, internet, cable, editorial, compañías de música, etc. Dicha expansión y abundancia frena en 1993 con las problemáticas nacionales económicas; hay despidos a gran escala y préstamos de bancos a la compañía. La recuperación monetaria, competitiva y de calidad de la televisora mexicana será desde entonces lenta y la expansión al estilo Roma, se detiene en 1972 cuando el creador de Televisa (Azcárraga Vidaurreta) fallece de cáncer en la ciudad de Houston.
A grandes rasgos esa es la historia en general; sin embargo hay algunos elementos de gran importancia para dicho desenvolvimiento de poder, del cuarto poder mexicano, como se plantea en el libro Tiburones de la comunicación: grandes líderes de los grupos multimedia. Dentro de esos elementos están: el poderío del magnate, la relevancia del noticiero ECO y la íntima y en su mayoría cordial relación con los presidentes y el priísmo en general.
Acerca del poderío que a lo largo del tiempo la dinastía más importante de la historia mexicana ha creado, es una vida llena de dinero, yates, helicópteros particulares que los trasladen de su mansión en Acapulco con playa privada a las oficinas del medio en el Distrito Federal, BMW, Mercedes, Ferrari, Rolls Royce, por mencionar algunos detalles de la holgada vida.
En cuanto a propiedades, tal como mencionan los autores del texto, Yolanda Colías y Eric Fratiini, “sus negocios van desde los medios de comunicación, el Museo de Arte Contemporáneo (hoy inexistente), participación en la compañía de Transportes Aeromar, el Estadio Azteca, dos equipos de futbol el Necaxa y el América, control sobre la Federación Mexicana de Futbol y de la Plaza Monumental de México”.
Además de la fuerte cobertura y alcance a nivel nacional e internacional del cual goza con presencia en 9 de cada 10 hogares mexicanos; con una señal recibida en Estados Unidos, Europa, norte de África, Centro y Suramérica teniendo canales en Venezuela, Argentina, Perú, Chile y Brasil.
Su “reino” llega hasta las entrañas estadounidenses al crear en 1987 en Los Ángeles Univisa[1], conglomerado de negocios de Televisa instalados en Estados Unidos, misma que se reforzaría con la creación de Empresa de Comunicaciones Orbitales (ECO) un noticiero de habla hispana dirigido por Jacobo Zabludosky y con gran presencia e influencia en los latinos residentes en E. U. A. durante la elección presidencial donde participa Richard Nixon.
Televisa es un gran éxito en el país vecino, en gran parte por el manejo del idioma, ya que al ser la única televisora para latinos se llena de un público seguro, estable y sobre todo fiel, que se sentiría identificado y atendido en sus necesidades.
La relación de la televisora con los presidentes mexicanos, únicos e indiscutibles seguidores del linaje priísta, ha sido de lo más representativo y criticado. En su momento Emilio Azcárraga llegó a ser declaraciones verdaderamente comprometedoras, sobre todo si se considera que un medio de comunicación debe dar apertura a todas las posturas e ideologías, tales declaraciones son, por ejemplo: ‘Soy un soldado del PRI’, ‘Televisa está con México, con el presidente de la República y con el PRI… somos y soy parte del sistema’[2].
Televisa fue muy criticada por su poco apego a la verdad y manipulación de la información en términos negativos[3]. Ejemplos se manifiestan muchos, empezando con la poca cobertura al grupo armado Ejército Zapatista de Liberación Nacional durante el conflicto de 1994 contra las políticas del presidente Carlos Salinas de Gortari, así como su apoyo incondicional a éste último durante la elección presidencial de 1988 donde misteriosamente se fue el sistema de conteos de voto cuando el contrincante Cuauhtémoc Cárdenas estaba a la cabeza.
Los pocos movimientos de regulación de medios que Televisa tuvo que padecer se debieron más a momentos de ira y venganza de los presidentes que de conciencia social sobre el poder concentrado en el monopolio mediático.
El primer intento de regulación fue de Ruíz Cortines quien quiso poner en práctica la elaboración de una Ley Federal de Radio y Televisión, a la cual por supuesto, Azcárraga se opuso. Para llevar la fiesta en paz, el siguiente mandatario, López Mateos cambia de postura y lleva una política de favores y condescendencias con la televisora.
Con Gustavo Díaz Ordaz la relación fue de respeto y simpatía hasta 1968, cuando estalla la huelga de los estudiantes y con ello se desata la matanza en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Esa es la primera vez en que la compañía de Azcárraga habla contra el presidente, lo critica y lo señala como responsable de los asesinatos.
El presidente busca limpiar su imagen y pide ayuda a los medios, mismos que se la negaron, incluso Televisa. Por ello Díaz Ordaz pone en marcha un impuesto del 25 por ciento sobre los ingresos brutos de los medios de comunicación; obviamente los medios no se dejarían, y a fuerza de continuos ataques a la administración en turno, gobierno y medios se sentaron a negociar llegando a un acuerdo de 12.5 por ciento de impuesto.
Debido a la indignación por lo ocurrido el 2 de octubre de 1968, las televisoras privadas (entre ellas Televisa) no cubrieron la entrega de banda presidencial a Echeverría. Por ello más tarde, Luis Echeverría mantendría una política áspera contra los medios quitándoles apoyo presupuestario y concesiones. Por su parte los medios se encargarían de atacar a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Por respuesta a manera de venganza, Echeverría informa a un año de terminar su mandato la creación de “un reglamento sobre el contenido de las emisiones de las televisiones privadas, así como un control de las emisiones vía satélite”[4].
López Portillo tuvo una relación sana con las televisoras mas no con la prensa, misma que le pisaba los talones respecto a sus excesivos gastos, malos manejos del erario público, sus polémicas relaciones familiares y de amistad todas vinculadas con puestos importantes del gobierno, etc. A la salida de su sexenio, el presidente modificó el Artículo 6° de la Constitución precisando que “el derecho a la información será garantizado por el Estado”[5].
En el caso del presiente Miguel de la Madrid, éste se encargará de hacer importantes modificaciones constitucionales para lograr de la comunicación vía satélite una estrategia de Estado, controlando a los medios y obligándolos a un mejor apoyo, para ello especificó el manejo total de los satélites Morelos I y II.
Entrando a la presidencia Salinas de Gortari, las problemáticas de Televisa no fueron con él directamente, ni hubo reproches o molestias, el conflicto del medio más poderoso de México fue económico.
En 1993 la crisis económica que se desató en todo el país afectó considerablemente a Televisa, tan es así que tuvo que solicitar dos préstamos a el banco Santander, esto representó la salida del 10 por ciento del capital total del grupo. Posteriormente, en 1994 a causa de la caída de la bolsa de Nueva York la empresa mediática pierde un dólar por acción, más adelante se incrementaría a 7.25 dólares por acción.
Con lo anterior, más el efecto tequila ocurrido en 1995 durante el sexenio de Ernesto Zedillo, Televisa se ve obligado a despedir a una gran cantidad de trabajadores, además entra en crisis interna, sus programas ya no son del mismo gusto popular y artistas con exclusividad abandonan la empresa. Aunado a lo anterior, la devaluación del peso afectó significativamente, al punto que Televisa tuvo “una pérdida de 710 millones de pesos”.
A pesar de lo anterior, Televisa sigue a la cabeza como medio de comunicación masivo y de entretenimiento. Lo que más me llama la atención es la gran visión de Azcárraga, sin duda un líder que ha sabido manejar sus negocios a beneficio y además, siendo fiel a sus propósitos y convicciones, manejando incluso, al poder político según sus necesidades.


BIBLIOGRAFÍA:
COLÍAS Yolanda y Eric Frattini, Tiburones de la comunicación: grandes líderes de los grupos multimedia, Edit: Océano, México, 1995, p. 211-233.

[1] “Que agrupa el canal ECO, Fonovisa, empresa dedicada a la grabación de discos, Galavisión, que se dedica a la televisión por cable, Protele, producción de programas, Videovisa, producción de videos, Univisión, cadena de televisión en Estados Unidos y América Latina y Satélite Communications, dedicada al transporte de señales vía satélite”. COLÍAS Yolanda y Eric Frattini, Tiburones de la comunicación: grandes líderes de los grupos multimedia, p. 218.
[2] Ibid., p. 219.
[3] El texto precisa que no eran objetivos, sin embargo, esa afirmación yo no la incluyo ya que según la teoría del periodismo actual la objetividad no existe, pues se parte de la interpretación del periodista y del reconocimiento de que cada noticia es una versión posible sobre el hecho, por tanto, sólo se considera la objetividad en términos de subjetividad bien intencionada (sin falseo de información) o veracidad.
[4] COLÍAS Yolanda y Eric Frattini, OP. CIT., p. 224.
[5] COLÍAS Yolanda y Eric Frattini, OP. CIT., p. 225.

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