Las industrias culturales en un mundo globalizado*
Alejandro Pescador
IDENTIDAD NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN
El siglo XXI se inicia con un avance irreversible de un creciente proceso de globalización que tiende a erosionar la soberanía de los Estados nacionales, sobre todo en el ámbito económico, pero también en el cultural. La idea de la aldea global, planteada en los años sesenta por el filósofo canadiense Marshall McLuhan, ha pasado a convertirse en una realidad que nos afecta todos los días.
El incesante avance de las tecnologías de la información no sólo ha hecho más pequeño el mundo, sino que pretende uniformarlo en un solo modelo. En este contexto, muchos países han iniciado una reflexión sobre la importancia de preservar su identidad nacional.
En México, un país de tradición multicultural, históricamente formado por el mestizaje, el fenómeno de la globalización nos ha llevado a pensar que no parece viable evitar que un país entero se prive de las influencias culturales más vastas, sobre todo considerando las circunstancias actuales y el impetuoso desarrollo de las tecnologías de la información y la apertura de mercados. Así, pues, la reflexión acerca de la identidad, la soberanía o el nacionalismo culturales no debe partir ya de la ilusoria aspiración a una supuesta pureza de nuestra propia cultura, sino del reto que nos impone la amenaza homogeneizante que trae consigo la globalización.
Para enfrentar el desafío, proponemos recuperar la memoria cultural, con la idea de reconocer, revalorar y reafirmar lo propio, pero sin exaltaciones chovinistas ni afán excluyente alguno, para ser al mismo tiempo, como lo sugería Alfonso Reyes, fieles a nuestra identidad nacional y al mismo tiempo generosamente universales, pues en la variedad de las culturas radica la profunda riqueza de la civilización humana.
INDUSTRIAS CULTURALES
El lugar que ocupa cada país en el mercado internacional de productos culturales será proporcional al vigor de sus industrias culturales y a la calidad de su producción cultural. Esto puede deparar a cada país o a cada región del mundo la ocasión de dar a conocer lo más universal de su cultura o, por el contrario, dejarse avasallar por la producción cultural de los países con mayor capacidad económica.
Sería desde luego absurdo hablar de autarquía cultural en el siglo XXI. Independientemente de posibles políticas gubernamentales que limiten la difusión de productos culturales extranjeros, muchas personas, pero sobre todo los jóvenes, buscan decididamente acceder a los productos culturales que necesitan y desean: música, cine, televisión, internet (páginas web y blogs), literatura, revistas, moda, etcétera. En esta búsqueda encuentran además la presencia ubicua de la publicidad comercial que promueve muchos de los productos culturales que interesan a cualquier consumidor.
Esta búsqueda de los jóvenes obedece, en primer lugar, a la necesidad de ver expresados sus afanes y aspiraciones por parte de otros jóvenes que comparten las inquietudes propias de su edad, pero que tienen capacidad de expresarlas en un determinado producto cultural.
El consumo de productos culturales de jóvenes para jóvenes genera además la posibilidad de que se genere una imitación de estilos de vida y de aspiraciones. Un aspecto por estudiarse más a fondo es la cada vez mayor similitud de la moda que gusta a los jóvenes en todo el mundo. Sin embargo, es responsabilidad de la sociedad y de las familias ayudar a los niños y a los jóvenes a que sean críticos, en particular de la publicidad, pues la publicidad de las empresas cada vez está más presente en las industrias culturales.
EL ESTADO Y LA PRODUCCIÓN CULTURAL
En la actualidad parece darse una explosión de productos culturales que inunda todo el mundo. Se trata sobre todo de productos de entretenimiento de países económicamente poderosos, que resultan atractivos para un gran número de consumidores. Algunos países han optado por limitar las importaciones de este tipo de productos culturales, aunque con diverso grado de éxito. En todo caso, parece que no basta con limitar la importación de productos culturales si no se garantiza al mismo tiempo una producción cultural nacional competitiva.
Así, por un lado se produce una explosión de industrias culturales de entretenimiento y, por otro, los Estados se plantean si es necesario aplicar políticas restrictivas. Vale la pena preguntarse si estas políticas por sí solas serán viables en el largo plazo.
A este respecto habría que recordar lo que en 1970 afirmó el entonces director general de la unesco , René Maheu, en la conferencia sobre políticas culturales de Venecia. En la hora actual debe superarse la aparente contradicción entre la acción de los gobiernos y la libertad del espíritu, para reconocer las responsabilidades del Estado ante la vida cultural de las naciones, a condición de limitarse a una función instrumental, sin intervenir en el contenido ni en la orientación del acto de cultural. Los Estados están obligados, pues, a ejercer las funciones de estímulo, de organización y de asistencia, que son parte integrante de las sociedades modernas. Así, entonces, la preservación de la identidad cultural nacional debe darse en un clima de libertad creadora, condición para el florecimiento de cualquier cultura.
EXPRESIONES CULTURALES DE LAS MINORÍAS ÉTNICAS
En un país multicultural como México, el creciente desarrollo de las industrias culturales de alcance nacional también tiene el riesgo de avasallar las expresiones de las minorías étnicas. En este caso, el Estado y la sociedad mexicanos no han dudado en promover las expresiones culturales de las minorías étnicas. El Instituto Nacional de Antropología e Historia mantiene desde hace años un programa de promoción de la producción de artesanías de alta calidad, con el compromiso de comercializarlas a precios adecuados a través de canales de distribución nacionales e internacionales. El ámbito de distribución de estos productos se encuentra en los museos y en mercados internacionales para la alta cultura. Esto ha permitido preservar la calidad de las artesanías y, al mismo tiempo, generar un ingreso para las comunidades indígenas que las producen.
En un esfuerzo paralelo también participa el sector privado mexicano. El Banco Nacional de México mantiene desde hace décadas un concurso de productos artesanales tradicionales en diversos géneros. Los ganadores de este concurso, indígenas y no indígenas, han logrado vender sus obras a precios justos y, al mismo tiempo, han propiciado el interés de nuevas generaciones por aprender muchos oficios que ya se encontraban en proceso de desaparición.
En el estado de Michoacán, en la costa del Pacífico mexicano, una comunidad indígena purépecha, apoyada por estudiantes universitarios, lanzó una página web que fue premiada por Media Innovations cie . Esta página web, con apoyo técnico del Instituto Tecnológico de Monterrey, agrupa a periodistas indígenas y no indígenas que no sólo difunden información entre las comunidades de lengua purépecha de Michoacán y de las que se encuentran en Estados Unidos, sino que también los hacen partícipes directos al dar a conocer sus planteamientos en foros abiertos en la página web www.xiranhua.com. Otra páginas web de esta misma minoría étnica es www.voznet.com.mx, la cual también ha servido para mantener vivas las expresiones culturales comunitarias. La tecnología más avanzada ha probado ser, en este caso, un eficaz medio para promover las culturas tradicionales.
En el norte de México, en el estado de Sonora, el Instituto de la Mujer ha promovido talleres de capacitación para mujeres de la etnia yaqui, y las provee de microcréditos para que emprendan proyectos productivos, muchos de ellos de carácter cultural, que les permiten superar la pobreza, contar con ingresos, disminuir los índices de violencia intrafamiliar y mantener expresiones culturales tradicionales.
Sin embargo, hay que subrayar que este apoyo, sea del gobierno o de la sociedad civil, no basta si las comunidades indígenas en su conjunto no superan su condición de pobreza.
RIESGOS DE LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LAS INDUSTRIAS CULTURALES
La intervención del Estado en algunas industrias culturales puede ser benéfica, pero también puede propiciar algunas distorsiones si no se respeta la libertad creativa y se promueve la alta calidad de los productos culturales. Por ejemplo:
a) Pueden surgir conflictos entre los intereses estrictamente económicos y la calidad de los productos culturales, de modo que se propicie la promoción de productos de mayor venta y, con ello, se limiten las expresiones culturales más complejas.
b) La aplicación de tecnologías nuevas puede generar una producción en masa que tiende a disminuir la calidad de los productos y a formar empresas que dominen el mercado a expensas de empresas pequeñas o de productores individuales.
c) Las burocracias a cargo de los asuntos culturales pueden tener intereses diferentes a los de los creadores. Estas contradicciones corren el riesgo de limitar la creatividad y la diversidad de los productos culturales.
En todo caso, la intervención del Estado bien puede:
1. Promover las empresas o ramas económicamente débiles pero culturalmente importantes.
2. Mantener una competencia internacional justa para evitar que una sola empresa o un solo país se conviertan en actores dominantes del mercado.
3. Proteger los derechos de la propiedad intelectual.
4. Proteger la creatividad y garantizar la posición de autores o artistas menos conocidos y de los productos de calidad.
5. Reconocer la labor nacional de los grandes artistas como verdaderos tesoros nacionales vivientes.
CONCLUSIONES
En estas circunstancias, lo que está en juego es el establecimiento o restablecimiento de un diálogo entre culturas que no se limite a un diálogo entre productores y consumidores, sino que permita la creación colectiva y verdaderamente diversificada, y ponga al receptor en condiciones de convertirse en emisor. Lo que está en juego es un desarrollo armonioso de la diversidad y el respeto mutuo al interior de las sociedades y entre los países. No basta reducir este desarrollo a un crecimiento económico unido a un cambio social. Es preciso que el desarrollo cultural fomente la libertad creativa y la construcción espiritual con contenidos y formas que promuevan la riqueza cultural y humana de la diversidad.
* Una versión abreviada de este ensayo fue presentada por el autor en el III Foro de Globalización y Diversidad Cultural Mundial, organizado por la unesco y el gobierno de la República Popular China, en la ciudad de Hangzhou. El autor es Consejero de la Embajada de México en la República Popular China. Las opiniones aquí vertidas son estrictamente de carácter personal.
PERCADOR Alejandro, http://www.jornada.unam.mx/2008/02/17/sem-alejandro.html, “Las industrias culturales en un mundo globalizado” en Suplemento Semanal de La Jornada, 17 de febrero del 2008, 6:00p.m.
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