La última venta puma del torneo
Por Karina Moreno Rojas.
Con las banderas ondeando y los negocios puestos, se aprecia al estadio olímpico universitario lleno de “pumas” que sin importar el fuerte sol e ignorando las gotas de sudor que resbalan por sus caras, esperan con ansia en la taquilla el momento de pedir su boleto para tener acceso al que podría ser, el último enfrentamiento del equipo del Tuca Ferretti.
“¿Todavía tienes de pebetero?... dame dos”, solicita un joven en taquilla a pesar de los letreros que anuncian que los boletos en pebetero están agotados. Pero su poco interés en estos últimos le ha permitido obtenerlos y, con una sonrisa en el rostro, toma a su novia de la mano para dirigirse hasta la entrada de acceso al estadio.
“Pásele barato, aquí sí reina, todo barato… la playera azul a 80 ¿se la muestro?, aguas frescas, mire no más a 20 el par lleve los bonitos aretes pumas, de a 100 la gorrita amiga, ¿lo maquillamos joven? Para que se vea que usted si es puma…”, éstos son algunos de los tantos comentarios que se escuchan alrededor del estadio. Es todo un mercado de productos futbolísticos, hay tenis, playeras para grandes, niños y bebés, calcetines, bufandas, gorras, llaveros, plumas, lentes, collares, almohadas, chanclas, paleacates, sudaderas, pans, etcétera. Y no pueden faltar las garnachas, los antojitos, las tortas “de a 15”, los refrescos, aguas, paletas, esquites, elotes, chicharrones, sopes, entre otros.
En las entradas, la vigilancia y revisión es excesiva, “¿acaso somos delincuentes o qué?”, pregunta una señora muy molesta después de ver que sus hijas son revisadas al extremo, incluso tienen que quitarse los pasadores o cucas que portan en la cabeza para detener sus paleacates. Al llegar al acceso número 30, nuevamente hay una fila para otra revisión. El paso es lento. Se escuchan los goyas y gritos de aliento al equipo universitario, la gente se desespera:
--¿cómo es posible que haya otra revisión?
-- que no ves que de éste lado esta la rebel, la seguridad es mucho más pesada, nos vamos a tardar en entrar.
--pero ya está el himno
--ni modo, ¿Qué quieres que haga?
Por fin, dentro del estadio se abandona el bullicio de la venta oportuna de quienes se ganan la vida abaratando productos durante cada torneo de Clausura, el 2008 no ha sido la excepción; sin embargo, adentro hay que lidiar con otra lucha, encontrar un lugar donde instalarse.
Al caminar por los pasillos, pasando de la puerta 30 a la 29 y de nuevo regresando a la 30, se percibe un olor fuerte y desagradable: “mota, están fumando mota, ¡ya ni la chingan!”, exclama un papá molesto mientras observa a su esposa y carga a su niño, llevándolos en sentido contrario a la porra de la rebel.
El partido, Pumas contra Pachuca, comienza. La gente grita y se emociona, los pumas se lanza con todo pero los logros son pocos, aunque hay llegadas no se concreta la jugada y todo se queda en “ya merito lo metían”. Los vendedores de papás, cueritos, palomitas, tortas, cervezas, aguas y refrescos obstruyen la visión de unos, mientras otros solicitan su venta “¡ey papas! por aquí ¿a cuánto? ¿20? Que pinches caras, ¿pues que hacen, me ponen buenote?”.
“Así no, pégale fuerte, ay burro, que así no… del otro lado… tener que salir campeón en éste año, ustedes ponen los huevos y yo alentando, hace mucho tiempo la vuelta yo quiero dar vamos pumas no me pueden fallar, vamos UNAM, vamos UNAM, vamos UNAM…”, se escucha cantar a una niña no mayor de siete años, misma que, con su mano derecha levantada y moviéndola al ritmo de la porra y con su gorra puma que apenas si le recoge los cabellos que le molestan en la cara, grita y se enoja porque Esteban Solari “no más está de güey”.
A pesar de los intentos y de las buenas actuaciones del portero veterano Sergio Bernal, Pumas no consiguió ningún punto. Se creyó que Francisco Palencia podía hacer el milagrito entrando en el minuto 79 pero no, aunque el jugador tuvo buenas intervenciones, el tiempo no le alcanzó para coronarse con un gol.
La afición molesta, grita en descuerdo con las decisiones que el Director Técnico de los Pumas a determinado al sacar a Sambueza y meter a Iñiguez en el minuto 66, “¡no la chingues Tuca! Mejor saca al pendejo de Solari, ni se mueve, parece cojo”.
Sin un gran espectáculo por parte de los dos equipos, el encuentro termina con un decepcionante 0-0. Los Tuzos se retiran preocupados, en espera del desenlace del partido Puebla-Atlante, mismo que les determinará su pase a la liguilla.
Por su parte, los Pumas agradecen a su fiel y benévolo público que a pesar de presenciar poca actividad futbolística de calidad durante todo el torneo Clausura 2008, apoyan a su equipo con su acostumbrado “cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer…” al cuarto para las dos y, poco después “no pasa nada, no pasa nada a la salida se los lleva la chingada”. Con 20 unidades Pumas queda fuera de la liguilla. Pachuca con 22 tiene la esperanza de aún acceder a ella.
El desalojo del lugar es lento. Todos los aficionados pumas, quemados de los brazos y rostros, con hambre y fastidiados ante un sol que deslumbra y acalora sin distinciones, tienen que esperar la retirada de los pocos asistentes tuzos.
Un pleito atrae la atención de quienes esperan tener la oportunidad de salir por el túnel 30. Una mujer vestida con licras negras y playera azul puma coloca sus playeras para vender en una de las gradas cercanas al túnel. Los asistentes tratan de avanzar y le pisan sus playeras, el hombre que acompaña a la mujer avienta a quien antes piso la mercancía, la trifulca inicia. Un policía se acerca y mientras la mujer le explica “la necesidad enorme” que tiene de vender al mismo tiempo que saca más playeras, los hombres continúan insultándose “no sabes con quien te estás metiendo estúpido”, dice uno y el otro le responde “porqué venden adentro, el estadio es para ver fútbol, vendan a fuera como todos los demás”.
Por Karina Moreno Rojas.
Con las banderas ondeando y los negocios puestos, se aprecia al estadio olímpico universitario lleno de “pumas” que sin importar el fuerte sol e ignorando las gotas de sudor que resbalan por sus caras, esperan con ansia en la taquilla el momento de pedir su boleto para tener acceso al que podría ser, el último enfrentamiento del equipo del Tuca Ferretti.
“¿Todavía tienes de pebetero?... dame dos”, solicita un joven en taquilla a pesar de los letreros que anuncian que los boletos en pebetero están agotados. Pero su poco interés en estos últimos le ha permitido obtenerlos y, con una sonrisa en el rostro, toma a su novia de la mano para dirigirse hasta la entrada de acceso al estadio.
“Pásele barato, aquí sí reina, todo barato… la playera azul a 80 ¿se la muestro?, aguas frescas, mire no más a 20 el par lleve los bonitos aretes pumas, de a 100 la gorrita amiga, ¿lo maquillamos joven? Para que se vea que usted si es puma…”, éstos son algunos de los tantos comentarios que se escuchan alrededor del estadio. Es todo un mercado de productos futbolísticos, hay tenis, playeras para grandes, niños y bebés, calcetines, bufandas, gorras, llaveros, plumas, lentes, collares, almohadas, chanclas, paleacates, sudaderas, pans, etcétera. Y no pueden faltar las garnachas, los antojitos, las tortas “de a 15”, los refrescos, aguas, paletas, esquites, elotes, chicharrones, sopes, entre otros.
En las entradas, la vigilancia y revisión es excesiva, “¿acaso somos delincuentes o qué?”, pregunta una señora muy molesta después de ver que sus hijas son revisadas al extremo, incluso tienen que quitarse los pasadores o cucas que portan en la cabeza para detener sus paleacates. Al llegar al acceso número 30, nuevamente hay una fila para otra revisión. El paso es lento. Se escuchan los goyas y gritos de aliento al equipo universitario, la gente se desespera:
--¿cómo es posible que haya otra revisión?
-- que no ves que de éste lado esta la rebel, la seguridad es mucho más pesada, nos vamos a tardar en entrar.
--pero ya está el himno
--ni modo, ¿Qué quieres que haga?
Por fin, dentro del estadio se abandona el bullicio de la venta oportuna de quienes se ganan la vida abaratando productos durante cada torneo de Clausura, el 2008 no ha sido la excepción; sin embargo, adentro hay que lidiar con otra lucha, encontrar un lugar donde instalarse.
Al caminar por los pasillos, pasando de la puerta 30 a la 29 y de nuevo regresando a la 30, se percibe un olor fuerte y desagradable: “mota, están fumando mota, ¡ya ni la chingan!”, exclama un papá molesto mientras observa a su esposa y carga a su niño, llevándolos en sentido contrario a la porra de la rebel.
El partido, Pumas contra Pachuca, comienza. La gente grita y se emociona, los pumas se lanza con todo pero los logros son pocos, aunque hay llegadas no se concreta la jugada y todo se queda en “ya merito lo metían”. Los vendedores de papás, cueritos, palomitas, tortas, cervezas, aguas y refrescos obstruyen la visión de unos, mientras otros solicitan su venta “¡ey papas! por aquí ¿a cuánto? ¿20? Que pinches caras, ¿pues que hacen, me ponen buenote?”.
“Así no, pégale fuerte, ay burro, que así no… del otro lado… tener que salir campeón en éste año, ustedes ponen los huevos y yo alentando, hace mucho tiempo la vuelta yo quiero dar vamos pumas no me pueden fallar, vamos UNAM, vamos UNAM, vamos UNAM…”, se escucha cantar a una niña no mayor de siete años, misma que, con su mano derecha levantada y moviéndola al ritmo de la porra y con su gorra puma que apenas si le recoge los cabellos que le molestan en la cara, grita y se enoja porque Esteban Solari “no más está de güey”.
A pesar de los intentos y de las buenas actuaciones del portero veterano Sergio Bernal, Pumas no consiguió ningún punto. Se creyó que Francisco Palencia podía hacer el milagrito entrando en el minuto 79 pero no, aunque el jugador tuvo buenas intervenciones, el tiempo no le alcanzó para coronarse con un gol.
La afición molesta, grita en descuerdo con las decisiones que el Director Técnico de los Pumas a determinado al sacar a Sambueza y meter a Iñiguez en el minuto 66, “¡no la chingues Tuca! Mejor saca al pendejo de Solari, ni se mueve, parece cojo”.
Sin un gran espectáculo por parte de los dos equipos, el encuentro termina con un decepcionante 0-0. Los Tuzos se retiran preocupados, en espera del desenlace del partido Puebla-Atlante, mismo que les determinará su pase a la liguilla.
Por su parte, los Pumas agradecen a su fiel y benévolo público que a pesar de presenciar poca actividad futbolística de calidad durante todo el torneo Clausura 2008, apoyan a su equipo con su acostumbrado “cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer…” al cuarto para las dos y, poco después “no pasa nada, no pasa nada a la salida se los lleva la chingada”. Con 20 unidades Pumas queda fuera de la liguilla. Pachuca con 22 tiene la esperanza de aún acceder a ella.
El desalojo del lugar es lento. Todos los aficionados pumas, quemados de los brazos y rostros, con hambre y fastidiados ante un sol que deslumbra y acalora sin distinciones, tienen que esperar la retirada de los pocos asistentes tuzos.
Un pleito atrae la atención de quienes esperan tener la oportunidad de salir por el túnel 30. Una mujer vestida con licras negras y playera azul puma coloca sus playeras para vender en una de las gradas cercanas al túnel. Los asistentes tratan de avanzar y le pisan sus playeras, el hombre que acompaña a la mujer avienta a quien antes piso la mercancía, la trifulca inicia. Un policía se acerca y mientras la mujer le explica “la necesidad enorme” que tiene de vender al mismo tiempo que saca más playeras, los hombres continúan insultándose “no sabes con quien te estás metiendo estúpido”, dice uno y el otro le responde “porqué venden adentro, el estadio es para ver fútbol, vendan a fuera como todos los demás”.
La fila hacia el túnel 30 comienza a avanzar. Atrás se quedan los reclamos y enojos. Al cruzar la puerta de acceso, de nuevo el bullicio. La gente compra a pesar de que su equipo empató y quedó eliminado para la liguilla. La emoción esta presente y a todos se les ha olvidado los pleitos, la mota, el ruido de los vendedores, los precios tan altos, el sol desgastante, el hambre y sobre todo, la pésima actuación de los Pumas durante todo el torneo, “ahora pues a esperar el próximo año, a ver si corren con más suerte”, expresan algunos pumas.
1 comentario:
Hola, mi comentario no puede faltar en este, blog pues aunque apenas te conocí me caes muy bien (curioso, antes ni te ubicaba con exactitud, jaja).
Independientemente de como nos vaya, fue divertido trabajar juntos. Decidí escribir en esta entrada porque tu crónica es buena y recoge toda la expresión popular de la nación auriazul, suerte para la próxima temporada, estimada profesora.
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