24 de febrero de 2008

Cultura mediática y poder mundial de Dénis Moraes

LO DE HOY… HOLDING


En la actualidad la información y mercancía de cualquier tipo (artículos, conocimiento, entretenimiento y demás) corre a velocidades impresionantes. Para ello se ha entrado a una nueva etapa de crecimiento para las empresas, quienes buscan abarcar cada vez más (en lo que a venta se refiere) y tener mayores ganancias.
Tenemos ante nuestros ojos lo que MacLuhan llama la aldea global y lo que Armand Mattelart define como sociedad de la información, pero a mi parecer con una conceptualización más amplia, abarcando no sólo el intercambio de información y acontecimientos, sino también la cultura de los pueblos, y con ello los productos culturales (música, literatura, cine, moda, etc.)
Entramos a la era de la cultura globalizada, donde impera aquella de mayor posicionamiento y poder económico; contrario a lo que Eric Hobsawn define como sincretismo cultural “al argumentar que hay una integración de variantes locales de la cultura global, y no un conflicto entre ellas”[1].
Ya no es importante la proximidad entre la producción y el consumo, la globalización permite que todo llegue a todos. Entonces, resulta importante para las empresas tener variación en sus productos y centralización o liderazgo en las ventas (nula o poca competencia).
De ahí la idea de crear Holding donde las corporaciones más importantes se unen para controlar y repartirse el mercado, agrupándose “intereses de los más diferentes sectores de la economía… y establecer prioridades, directrices, planes de innovación y parámetros de rentabilidad para las subsidiarias y filiales” tal y como afirma Dénis Moraes en su libro Cultura Mediática y poder mundial.
Lo que se hace entonces es crear productos atractivos al público consumidor, que llenen sus expectativas siendo de tipo local (regionalismo), sin olvidar la producción y consumismo masivos (gusto por lo ajeno, internacionalización). “La holding valora una red corporativa formada por elementos complementarios, pero mantiene una ascendencia sobre el todo…”, en palabras de Moraes.
Vivimos en un mundo donde las riquezas, el poder y el control se centran en unos cuantos. Sólo una decena de empresas manejan a su antojo el mercado, se reparten a los consumidores y ponen precios topes para que a todos les convenga, así eliminan a la competencia, absorbiéndola o exterminándola. Pues ya lo menciona la autora “la formación de bloques inter-empresariales se consolida como recurso para competir en posición de fuerza… se trata de una reconcentración de capital en inversiones industriales de largo alcance geográfico”.
Las empresas grandes absorben a las pequeñas y únicamente competirán contra otras de gran tamaño, o en su defecto, negociarán para repartirse a la clientela. “Ellas procuran alcanzar una magnitud y cualidad de los recursos (humanos, materiales y de infraestructura social) necesarios a la investigación y para asegurar condiciones de producción… razones suficientes para establecer alianzas que tienen como objetivo reducir, compartir y distribuir costos y pérdidas (minimizar riesgos) en la investigación científica y en su traducción tecnológica, en el diseño de proyecto, en el desarrollo de nuevos productos y en la producción”[2]
Pero hay varios inconvenientes con el holding. Además de las nulas oportunidades de competitividad sana, se da el conjunto de despidos. Con la unión de empresas se necesita menos personal y, con la intención de ganar más y hacer más ricos a los de por sí ricos dueños, se prescinde del trabajo de muchas personas, como especifica la autora “se ignora cualquier preocupación sobre los costos sociales”.
Refiriéndome al campo que más nos interesa por razones del curso, “el ramo editorial es controlado por diez mega firmas que son: Berrelsmann, Time Warner, Viacom, News, Pearson, Hacherre, McGraw-Hill, Reed Elsevier, Wolters Kluver, Thompson y Rizzoli-Corriere Della Sera”[3].
Finalmente puedo decir que gracias a la globalización, la cultura se ha vuelto mercado. Sólo importa el negocio que se hace de ella, las ganancias que genere, pero no el impacto social ni la identidad que procura, se vuelve en mercancía capaz de venderse al mejor postor.

[1] HOBSBAWN Eric citado en Cultura mediática y poder mundial de Dénis Moraes. P. 65.
[2] MORAES Dénis, Cultura mediática y poder mundial, p. 69 y 70.
[3] IBID., p. 73.
FUENTE:
MORAES Denis de, Cultura mediática y poder mundial, México, Grupo Editorial Norma, 2005, p. 59-74.

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